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Los virus no pueden reproducirse por sí mismos, por lo que para sobrevivir buscan células sanas en el cuerpo humano y las utilizan para hacer ‘copias’ de sí mismos. Los antivirales interrumpen este proceso al evitar que los virus ingresen a las células sanas, se multipliquen o escapen de las células infectadas.
Los fármacos antirretrovirales o antirretrovíricos (TAR de Terapia AntirRetroviral) son medicamentos antivirales específicos para el tratamiento de infecciones por retrovirus como, por ejemplo, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
¿Qué son los antivirales y para qué sirven?
Los antivirales son extremadamente útiles para tratar enfermedades víricas, tanto evitando su desarrollo como aliviando los síntomas. Sin embargo, la situación en la que dispongamos de antivirales para todos los virus humanos se antoja, al menos de momento, imposible.
En tercer lugar, el antiviral debe ser activo solo en células infectadas, algo difícil de lograr, y conseguir sus efectos a dosis bajas y sin necesidad de ser administrado con demasiada frecuencia. Por último, hay que conseguir que el antiviral sea posible de producir sin costes muy elevados, pues deben estar disponibles para toda la población.
¿Por qué no hay tratamiento para la enfermedad vírica?
Pero es que aunque pudieran acceder, los virus son partículas tan extremadamente resistentes que ni los fármacos ni mucho menos los antibióticos les causan daño. Por ello, cuando un médico nos diagnostica una enfermedad vírica, lo más probable es que diga que no hay tratamiento y que hay que esperar que nuestro cuerpo la resuelva por sí sola.
¿Qué es un virus y para qué sirve?
A grandes rasgos, un virus es material genético rodeado de una cubierta de proteínas que lo protege y que tiene la capacidad de replicarse única y exclusivamente en el interior de otras células, ya sean de animales, plantas, hongos e incluso bacterias.