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¿Cuándo se debe recibir la confirmación?
¿Cuándo se debe recibir la confirmación? Se debe recibir la confirmación cuando se ha llegado al uso de razón, o antes, si hay peligro de muerte. ¿Cómo se debe recibir la confirmación?
¿Qué es ser padrino de confirmación?
Es el sacramento de la madurez cristiana que nos hace capaces de ser testigos de Cristo. Ser padrino de confirmación es una muestra de amor hacia su ahijada, pero también como un servicio a Dios, acompañando a este nuevo cristiano en su desarrollo y madurez.
¿Cuál es el significado de la confirmation?
De repente, descendió el Espíritu Santo sobre ellos –quedaron transformados – y a partir de ese momento entendieron todo lo que había sucedido, dejaron de tener miedo, se lanzaron a predicar y a bautizar. La Confirmación es “nuestro Pentecostés personal”.
¿Qué es el sello de la confirmación?
El sello es el símbolo de la persona, Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre. Cuando la Confirmación se celebra separadamente del Bautismo, como es el caso en el rito romano, la liturgia del sacramento comienza con la renovación de las promesas del Bautismo y la profesión de fe de los confirmandos.
¿Cómo preparar el acto de la confirmación?
Que en el acto de la confirmación, se ubique detrás del confirmando y coloque su mano derecha sobre el hombro del confirmando, significando que será su apoyo en la fe. Para preparar este momento es necesaria una formación catequética que fija cada obispo en su diócesis o cada conferencia episcopal para su país.
¿Cuándo se puede dar el sacramento de la confirmación?
En la mayoría de las diócesis, el sujeto recibe el sacramento con los 14 o 15 años, aunque se pueden dar casos con menor edad. Enrique Eguía Seguí, obispo auxiliar de Buenos Aires, administra el sacramento de la confirmación bajo el rito católico.
¿Cuál es el efecto de la confirmación?
Además, la Confirmación tiene también otro efecto: “imprime en el alma una marca espiritual indeleble, el ‘carácter’, que es el signo que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo (cf. Lucas 24, 48-49)” (Id., n. 1304).