Admin ¿Cómo se puede diagnosticar la ataxia?
El diagnóstico de ataxia es siempre clínico y se basa en el análisis de los síntomas y signos que presenta el paciente. La exploración neurológica deberá ser minuciosa y centrada en la exploración de los movimientos oculares, la coordinación de movimientos y de la marcha.
¿Qué síntomas da la enfermedad ataxia?
Los síntomas comunes de ataxia incluyen:
- Patrón de lenguaje entrecortado (disartria)
- Movimientos oculares súbitos (nistagmo)
- Movimientos oculares descoordinados.
- Problemas para caminar (marcha inestable) que puede llevar a caídas.
¿Cómo se puede prevenir la ataxia?
No hay un tratamiento específico para la ataxia. En algunos casos, el tratamiento de la causa subyacente resuelve la ataxia, como la suspensión de los medicamentos que la causan. En otros casos, como la ataxia que resulta de la varicela u otras infecciones virales, es probable que se resuelva por sí sola.
¿Cómo tratar una ataxia?
El tratamiento de cada ataxia depende, igualmente, de la causa del trastorno. Si la estuviera provocando un medicamento, ha de suspenderse su toma o, si se debe a un déficit de vitaminas, pueden tomarse suplementos de estas. En el caso de que esté provocado por una infección como, por ejemplo, la varicela, es probable que se resuelva por sí sola.
¿Qué es la ataxia adquirida?
Ataxia adquirida: Este tipo de ataxia puede ocurrir deberse a una lesión en el cerebro o por un accidente cerebrovascular u otra enfermedad del cerebro que afecta a los movimientos y la coordinación. Ataxia hereditaria: Ocurre en una familia y es hereditario.
¿Qué es la Ataxia hereditaria?
Ataxia hereditaria: Ocurre en una familia y es hereditario. Los síntomas se desarrollan lentamente. Ataxia cerebelosa de aparición tardía idiopática (ILOCA): En este tipo de ataxia, el cerebelo (una parte del cerebro) se va dañando progresivamente por causas desconocidas.
¿Qué son las ataxias metabólicas y tóxicas?
Entre estas, se encuentran las ataxias metabólicas, nutricionales y tóxicas, originadas por el uso de determinados fármacos -litio, algunos antibióticos, sedantes, barbitúricos…-, la adicción al alcohol, trastornos endocrinos como el hipotiroidismo, la mala absorción de los nutrientes de los alimentos, el déficit de vitamina B1, B12 o E.